martes, 2 de febrero de 2016

La semilla de mostaza y la montaña

Por Juliane Bjerregaard
Día 33 enfrente de la montaña.

Y ahora parece que se interpone la montaña, pero no sé bien si es la montaña en si misma o que la fe mengua.

El entusiasmo viene y va como la marea, hay momentos que sube y otros que baja. Y es justamente cuando debes partir con la marea alta.

Pero la fe es otro asunto, es ese poder de creer, creer sin importar lo que pase, que todo va a estar bien, que la montaña por imposible que parezca, la vas a mover.

La fe, mueve montañas (siempre y cuando tengas al menos una semilla de mostaza de fe).

Hoy la montaña parece un obstáculo para llegar al puerto, se que tengo mi semilla de mostaza pero no la encuentro y siento que las fuerzas me abandonan, me siento como Dumbo sin su pluma mágica. Y aún así es momento de encontrar a esa escurridiza semilla para deplegar todo su poder.

Hoy guardo mi semilla de mostaza y me sigo aferrando a encontrar señales positivas ya que las adversas son fáciles de ver y me gusta más el horizonte a dónde quiero llegar y probablemente la fe sea el único vehículo para realizar esta travesía.

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