Y entonces el movimiento del barco cesó, y con las velas en alto no quedó más remedio que esperar un poco de viento, me encontré en pleno pairo, con el ansia de avanzar pero sin propulsión.
Y no queda más remedio que mirar alrededor y heme aquí en el mismo lugar sin saber si sigo ahí o al menos ya me moví.
Ya no se si todo se mueve alrededor o yo me muevo o todo se mueve.
Aunque aparentemente, en este momento rendirme a lo que sea, que vaya a suceder puede ser la mejor opción.
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